jueves, 17 de mayo de 2012

CONSPIRANOICOS



Los conspiranoicos, los anti-sistema y los seguidores de Zeitgesit estamos cuestionando absolutamente todo. Las ideologías, las religiones, las instituciones, los medios, etc.. 

Pareciera ser que la única salida posible para ser libres consiste en no creer en nada y adoptar una postura cínica con respecto a todo. 
No es tan así. 
Siguiendo la línea siloísta, decimos que lo importante es el ser humano más allá de todo partido, ideología, credo o sistema financiero existente. El ser humano como valor central.
Esto me recuerda la anécdota de Jean-Paul Sartre. Era un respetado miembro del Partido Comunista francés hasta que un día se atrevió a denunciar los crímenes del stalinismo. Inmediatamente, fue acusado de traidor. Parece ser que, con estas críticas, Sartre estaba colaborando con EEUU (toda una paradoja, teniendo en cuenta que Sartre siempre fue un acérrimo opositor de EEUU en particular y del imperialismo en general). 
La propuesta de Sartre fue muy simple: apoyaba al comunismo pero no podía tolerar que se produjeran crímenes en su nombre. Y no podía justificarlo como un “mal menor” o “mal necesario de esta etapa que pronto será superado”.
Al final, ¿defendemos la libertad? Sí, cuando nos conviene. 
Si nuestros enemigos cometen crímenes, salimos a repudiarlos. Si los crímenes se producen en nuestro bando, nos hacemos los distraídos y miramos hacia otro lado porque cualquier autocrítica será aprovechada por el enemigo. 
De esta forma, caemos en una eterna contradicción interna de la que ya no podremos salir. 
El ejemplo antes citado de Sartre es bastante concreto: el hombre libre que defiende al ser humano por encima de cualquier ideología, sin dobles discursos, sin hipocresía, con una coherencia admirable.

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