Revisemos nuestros conceptos y veamos hasta qué punto nos están controlando.
Hemos aceptado en masa que la democracia es la libertad. Si te fijás, la democracia es una dictadura camuflada como libertad. La misma fuerza controla cada uno de los partidos y movimientos políticos más importantes, directamente o indirectamente.
Cuando votamos en una elección, estamos escogiendo entre aspectos diferentes de la misma fuerza. El dinero y los medios de comunicación determinan quién llega a ser Presidente.
Pensemos por ejemplo en Estados Unidos, “la mejor democracia del mundo”. ¡Tienen dos partidos políticos que se turnan en la presidencia! ¿Qué idea de diversidad es esa? Los republicanos están a la derecha y los demócratas en la centro-derecha, pero cuando se trata de cuestiones importantes, patean para el mismo lado. Y ya sabemos que las principales empresas y bancos financian a los candidatos de ambos partidos por igual. Acá surge la eterna pregunta: ¿A quien representan los presidentes: a los votantes o la Elite que financió sus campañas?
Por supuesto que prefiero la peor democracia antes que vivir en una dictadura. Pero no pienso engañarme con ese cuento del gobierno-del-pueblo, porque no es verdad, es uno de las tantas mentiras que hemos aceptado.
¿Y qué podemos hacer al respecto? No sé, vamos a averiguarlo juntos.
Según Icke, podemos aceptar la prisión o podemos marcharnos a la libertad. Y la libertad está a sólo un pensamiento de distancia.
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